lunes, 28 de noviembre de 2011

QUIERO AMOR, COMPRENSIÓN Y TERNURA POR PARTE DE LOS MEDIOS’

Por: Oscar Flores R.

Julio César Ayala. Fuente: Diario El Extra.

Pocos medios de comunicación del Ecuador presentan espacios donde se muestre la realidad de las clases marginadas sin relacionarlos con los problemas sociales.  Pero, ¿los conflictos como la drogadicción son un problema sólo de las clases bajas del país?
Reporteros y otros periodistas, para investigar los problemas de droga, lo primero que hacen es asociarla con la delincuencia. El segundo paso es acudir a los barrios donde más se vende estupefacientes y por último entrevistar o mostrar a un drogadicto sea de raza negra o con apariencia de indigente, en los sitios considerados ‘zonas rojas’ de Quito, por ejemplo en La  Marín o en los suburbios, como la Isla Trinitaria en Guayaquil.
 Otros medios, en cambio, aprovechan el escenario, producto de la mala atención de gobiernos y municipios, más la presencia de drogadictos y arman una historia de terror. Además, él o los conductores actúan moralistamente para juzgar a los “personajes del show” que la cámara arma.
En la película peruana ‘Tinta Roja’ del director Francisco Lombardi, se escuchan frases importantes para el periodismo como, “si no sales en los medios no existes”, alegando que a los famosos siempre les perseguirá una cámara de fotos o una filmadora.
 Sin embargo, las clases populares son tratadas por la gran mayoría de medios como lo “cholo”, y además, es el escenario hacia el cual los problemas como pandillas, violaciones, robos, basura, riñas, sicariato, matanzas y sobre todo droga, son arrastrados.
La información que presenta este tipo de prensa, supuestamente denuncia los problemas que más le agobian a la sociedad, pero al desviarse por el sensacionalismo pueden ofender, atacar y al mismo tiempo reproducir las relaciones de poder, de clasismo y racismo.
En las universidades más caras del país, al igual que en los colegios de “alcurnia” existen casos de droga, de adicciones, de vicio y de violencia, al igual que los centros de diversión de las clases adineradas. Sin embargo, la prensa se ha hecho de la vista gorda y se ha movido en su labor periodística en los mismos lugares de siempre.
Al igual que la publicidad, los medios de comunicación han construido estereotipos y sin respetar los derechos como ciudadanos que tienen hasta los llamados delincuentes, los han exhibido, como si se tratara de un circo de especies raras, con la intención –según los reporteros- que la policía tome acciones.
Hablar de la Amazonas en Quito, es, para la mayoría de los medios, referirse a la venta y en pequeñas partes, al consumo. Hablar en cambio de la Marín, es referirse a los drogadictos que no sólo consumen, sino que también ahí duermen, roban y conviven.

 Uno de los mayores errores de los periodistas del Ecuador, quienes a pesar de conocer la “viveza criolla” de todos, es considerar ignorantes a los marginados, o es que sólo comprendieron una parte de la frase “si no sales en los medios no existes”, y piensan que poniéndoles una cámara en frente, ellos se sentirán grandes a pesar del enfoque que sus conductores le den.
Programas como En Carne Propia, dirigido y conducido por José Delgado, parece no haber comprendido estos dichos y ahora enfrenta un problema legal...
En diciembre del 2010, fue presentada la historia de un joven drogadicto, que por pedido de su madre, llegó la cámara del programa, transmitido las noches por Canal Uno y editado en los estudios de Guayaquil.
El hombre que saltó a la fama se llama Julio César Ayala y dijo una frase que se convirtió en slogan publicitario del programa. “Quiero amor, comprensión y ternura”, lo cual revela muchos significados, que podrían explicar las condiciones de los verdaderos problemas de la drogadicción.
Otro de los fundamentos de la prensa en conjunto con la policía, a más de atribuir los problemas de estupefacientes a las clases bajas, es también, creer que la principal causa es la existencia de la droga.
Aparte de condenarlas, formulan como solución erradicar su venta y su existencia, cuando en realidad pueden ser los problemas de amor, comprensión y ternura de las personas los que llevan a su consumo...
La frase de Julio Ayala fue explotada junto a su imagen y si bien, para unos es famoso por el hecho de salir en televisión, para la mayoría de los ecuatorianos, el hombre parece un pillo que no sólo está aparentemente drogado y semidesnudo, sino que también amedrenta a quienes están frente a los televisores.
Pero el hecho de que Julio sea de un suburbio guayaquileño, tenga un problema de adicción y haya sido hasta denunciado por su madre, no quiere decir que no se dé cuenta de sus derechos como ciudadano, más la astucia de él y algunos amigos, pide una indemnización de 500.000 dólares por daños a la moral.
Además, valiéndose de abogados, reclamará sus derechos de autor, si no llega a un arreglo con el canal. Es un verdadero problema por más cómico que parezca y que afronta el programa desde agosto de este año. Problema, que si concluye en un juicio, Julio podría ganarlo.
Esto debe servir de lección a los grandes medios, por creer que entretener ofendiendo al otro no trae consecuencias, sólo por el hecho de brindar momentos de fama a la gente de barrios populares.
También debe ser un llamado para la sociedad a comprender que los problemas de drogadicción son universales y al igual que la muerte, no son propios de una sola clase social.
Es hora que los marginados sean vistos desde otras perspectivas, no sólo desde el lado de la crónica roja o la droga y comprender que la gente pobre y los considerados delincuentes, también se merecen el respeto por parte de la prensa.
La imagen y la frase de Julio es un eslogan de las clases marginadas para hacer un llamado a los grandes medios. “Quiero amor, comprensión y ternura por parte de la prensa”, es lo que debe sentir el hombre, que sin ser político o cantante sale en televisión como si fuese todo un delincuente.

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